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Ya pasaron dos meses del segundo ciber ataque masivo exitoso en Latinoamérica, pero el problema está muy lejos de solucionarse. Esta vez el blanco fue el Banco de Chile y el resultado fue el robo de U$S 10 millones que se efectuó, otra vez, a través de vulnerabilidades en los sistemas de la plataforma SWIFT. Esta ola comezó en febrero de 2016. Un banco de Bangladesh fue víctima de un sofisticado ataque en el que robaron unos U$S 81 millones. En ese momento, la novedad del ataque fue que la operación se hizo vulnerando al sistema SWIFT (Society for Worldwide Interbank Financial Telecommunication) encargado de efectuar transacciones monetarias entre entidades financieras de todo el mundo. El ataque fue atribuido por diversos investigadores tiempo después, al famoso Grupo Lazarus; organización ciber criminal con un importante récord de robos y ciber ataques por más de diez años. La organización SWIFT reaccionó de forma más o menos rápida, modificando y profundizando su CSP (SWIFT Customer Security Program) en el que indicaban que para seguir operando con ellos, todas las entidades adheridas debían cumplir con el nuevo Customer Security Controls Framework (Marco de Controles de Seguridad para los Clientes). De hecho, y según las recomendaciones de SWIFT, se iban a efectuar auditorías a los bancos adheridos y se les iba a cancelar la suscripción de no cumplir con dicho marco de ciber seguridad. Sin embargo, a partir del primer evento en Bangladesh, los ataques a bancos a través de los sistemas de SWIFT se multilplicaron a lo largo del mundo con modus operandis similares y también atribuidos por los investigadores al Grupo Lazarus. Estos son algunos de los incidentes: Una de las particularidades del último robo, fue que el grupo de atacantes introdujo un virus, el Swapq, dentro de las redes del banco, con el objetivo de desviar la atención a la verdadera acción, la de infiltrarse en el sistema SWIFT y robar dinero. Es cierto que el nivel de sofisticación de estos ataques es muy elevado y que las acciones parecen estar muy bien planificadas y coordinadas. Sin embargo, también es cierto que los niveles de ciber seguridad de los bancos, así como de muchas otras empresas en el mundo, deja todavía bastantes puertas abiertas que son aprovechadas por los atacantes. Existen iniciativas que obligan a las entidades a incrementar sus medias de ciber seguridad, como SWIFT CSCF o la flamante GDPR. Pero estas iniciativas llegan a una velocidad que sumada (o restada?) a la velocidad en que las entidades ponen en marcha sus proyectos y, efectivamente, logran implementarlos… es mucho menor a la velocidad en que los grupos de ciber criminales desarrollan sus herramientas y tácticas de ataque. Esta es una carrera en la que, quienes estamos de este lado de la linea, estamos perdiendo.  
Nota por Carlos Benitez
  Carlos Benitez, es un reconocido experto en temas de seguridad de la información.